CONTENIDOS CONCEPTUALES
- Intención literaria
- La épica a través de la historia
- Estructura, características y género subgéneros de la épica
1. INTENCIÓN LITERARIA
¿Quién escribe? La poesía épica se transmitía de manera oral y era compuesta por poetas trashumantes que iban de pueblo en pueblo entonando sus poemas, con lo que se ganaban la vida. Algunas veces, se establecían en un sitio y estaban al servicio del señor del lugar. A través de la historia, tomaron distintos nombres: rapsodas, aedos, juglares, minnesanger, etc. Estos poetas poseían concepciones estético-literarias, conocimiento del mundo y una ideología compartida con el resto de la gente, y transmitía todo ese bagaje a través de un narrador.
¿Por qué escribe? El poeta épico tiene una necesidad espiritual de comunicar, la visión del mundo real o ficticio que construido: además posee capacidades distintas a las del común, por lo que hace de la poesía su modus vivendi. De esta manera, el mensaje que transmite contiene el cúmulo de ideas, valores, experiencias, emociones y sentimientos filtrados por su conocimiento empírico no sólo de aspectos estético-literarios, sino históricos, sociales y culturales de la comunidad a quien va dirigido el poema, para exaltar sus ideales.
¿Para qué escribe? En el caso de la poesía épica, se escribe para exaltar el pasado común, a los dioses y a los héroes, las hazañas y, en fin, todo aquello que permita cohesionar al grupo y hacerlo sentir orgulloso de la comunidad a la que pertenecía.
2. LA ÉPICA A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Antes de hablar de estructura y características de la épica, es conveniente realizar un recuento histórico de este género.
La épica se puede definir como la narración de hechos grandiosos protagonizados por un héroe o por todo un pueblo. De origen popular, se transmitió de manera oral hasta que fue recopilada de manera escrita. Este género literario funciona como instrumento de cohesión entre el individuo y su grupo social, dándole un sentido de pertenencia. Para lograr esto, la épica enfatizó el pasado común del grupo, la creencia en los mismos dioses y en los mismos mitos, el uso de una lengua común y el orgullo por los mismos acontecimientos gloriosos y por los mismos héroes.
El poema más antiguo que conocemos es El poema de Gilgamesh, de origen sumerio. En La India, los monumentos épicos son Mahabarata y Ramayana, obras en las que, por primera vez, figura el autor: Viasa para la primera y Valmiki para la segunda.
Entre los griegos, la épica fue cultivada por los aedos –poetas que componían mentalmente sus cantos y los declamaban con acompañamiento de música y, a veces, de danzas– y difundida por los rapsodas o recitadores de poemas. Rapsodas y aedos cumplían la función de historiadores, poetas y periodistas, pues iban de pueblo en pueblo dando noticia, en sus cantos, de los acontecimientos sobresalientes. Algunos de ellos eran oficiales; es decir, estaban patrocinados por un rey o por un personaje poderoso; otros, por el contrario, pertenecían a una clase social inferior y no contaban con recursos económicos, por lo que dependían del gusto del público. Cabe destacar que, durante siglos, los cantos se transmitieron de manera oral.
Entre los autores que cultivaron la épica se debe destacar, en primer lugar, a Homero. Poco se sabe de este poeta, considerado como el más grande aedo de la antigüedad. Se dice que nació en el siglo VIII en Salamina, Chipre, y que era ciego; no obstante, hay eruditos que niegan su existencia. A él se atribuyen la Iliada y la Odisea, obras culminantes de la épica occidental.
Otro poeta de gran importancia fue Hesíodo, señalado por algunos críticos como contemporáneo e incluso rival de Homero. Se sabe que nació cerca de Tebas (Grecia), que su padre fue comerciante y que, después de una disputa familiar, se estableció como campesino. Es autor de la Teogonía, obra en la que se exponen la concepción cosmogónica de los griegos y el linaje de sus dioses.
El último gran épico griego fue Apolonio de Rodas (295-215 a. C.), discípulo del poeta Calímaco y compañero y amigo de Eratóstenes. Ptolomeo II le encomendó la dirección de la Biblioteca de Alejandría y la educación de su hijo Ptolomeo III. Su obra más destacada es Los argonautas, que narra el viaje, a Colcos, de Jasón y los tripulantes de la nave Argos en busca del vellocino de oro
Entre los romanos la épica no surgió de la tradición oral, sino que es producto de un poeta culto y dirigida a un público refinado. Entre los autores más sobresalientes podemos mencionar a Cneo Nevio, considerado el creador de la épica romana. Fue el primero en establecer al príncipe troyano Eneas como antepasado de los romanos. Su obra más importante fue la Guerra púnica, en la que participó.
El más importante poeta épico romano fue Publio Virgilio Marón quien, a petición del césar Octavio Augusto escribió la Eneida, que narra la huida de Troya del héroe Eneas y sus aventuras hasta establecerse en el Lacio. Este poema épico cumplió varias finalidades de carácter nacional y político, pues vinculó a los romanos con la cultura griega, estableció el origen divino de Roma y constituyó casi de manera oficial a la familia Julia, a la que pertenecía Augusto, como descendiente de Julo, el hijo de Eneas.
Durante la Edad Media destacó el cantar de gesta. Los juglares, poetas trashumantes, exaltaron en sus cantos los acontecimientos históricos gloriosos y a personajes locales cuyo ejemplo de valentía, lealtad y heroísmo fueron modelo a seguir en el servicio del señor feudal. Transmitidos de manera oral durante generaciones, estos cantares se recopilaron de manera escrita en los siglos XII, XIII y XIV.
En cuanto a su temática, los cantares de gesta tradicionalmente se han reunido en tres grandes grupos. En la denominada “materia de Francia” se habla de las hazañas de Carlomagno y los Doce Pares; en la “materia de Bretaña” se abordan asuntos referentes al Rey Arturo y a los caballeros de la mesa redonda; por último, la mitología grecolatina y las proezas de Alejandro Magno y de Julio César se cuentan en la “materia de Roma”. Esta clasificación, no obstante, resulta insuficiente, pues deja fuera gran parte de la producción épica, tanto de Francia e Inglaterra como de España y Alemania, por ejemplo.
Las obras cumbre de la gesta medieval son: Cantar de Roldán, en Francia; Poema de Mío Cid, en España; Cantar de los nibelungos, en Alemania, y Beowulf, en Inglaterra. Además deben agregarse El acarreo de Nimes, Renaud de Montauban y el Cantar de Antioquia, de Francia; Bernardo del Carpio, el Poema de los siete infantes de Lara, el Poema de Fernán González y el Cerco de Zamora, de España, y La batalla de Finnsburh, Walter y El libro de Taliesin, de Inglaterra, entre muchos otros.
En el Renacimiento, el gusto por Homero, por Virgilio y por la tradición medieval de la caballería, manifiesta en los cantares de gesta y en la novela de caballerías, dieron origen a poemas caballerescos de gran envergadura, cuya temática se agrupa principalmente en cuatro apartados: caballeresca, de asunto moderno, de asunto mitológico y cristiana.
Asunto caballeresco: destacan los poemas dedicados a Roldán (Orlando), el más heroico de los doce pares de la corte de Carlo Magno. El primero de ellos es Morgante, de Luis Pulci, obra en la que se narra el destierro del protagonista a causa del traidor Gano, sus aventuras en Oriente y su muerte en Roncesvalles; el segundo es Orlando enamorado, de Mateo María Boyardo, que relata las aventuras de nuestro personaje en pos de su amada la bella dama Angélica; por último tenemos el Orlando furioso, de Ludovico Ariosto, cuya acción central es la guerra entre Carlomagno y Agramante; en esta obra, Orlando enloquece pues Angélica prefiere al sarraceno Medoro.
Asunto Moderno: el primer poema fue Os lusíadas, de Luis Vaz de Camões, cuyo tema central: la expedición de los portugueses a la India a las órdenes de Vasco de Gama, sirve para insertar episodios heroicos de la historia de los lusitanos. En segundo lugar tenemos La araucana, de Alonso de Ercilla, que narra el enfrentamiento entre las huestes de Caupolicán y las del marqués de Cañete por el dominio del Arauca, durante la conquista del Nuevo Mundo. En este grupo también se incluye una obra cuyo tema es medieval: La Jerusalén libertada, de Torcuato Tasso, que rememora la toma de Jerusalén por los cristianos, durante la primera cruzada.
Asunto mitológico: destaca La reina de las hadas, de Edmund Spenser, obra de carácter alegórico en la que Clariana envía a doce caballeros a recorrer el mundo para llevar justicia a donde haga falta.
Asunto cristiano: representado por John Milton, autor de El Paraíso perdido, que narra la caída de Lucifer y sus ángeles malos en el abismo, y la conjuración para tentar a Adán y Eva
Después del Renacimiento, los poemas épicos perdieron vigencia al tiempo que la narrativa, género derivado de ella, tomaba gran impulso. En la actualidad, es más actual que nunca, pues se cultiva en la novela fantástica, en la historieta y, sobre todo, en el cine. Como ejemplo de novelas fantásticas recordemos El hobbit y la trilogía El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien.